Llevaban media vida juntos, pero no dejaba de sorprenderle.
Esa mañana, él estaba en la ducha mientras ella le contaba, con más detalles de los necesarios, sus planes para el domingo a través de la mampara. Como de costumbre, llevaba horas despierta, vestida y arreglada mientras que él había decido remolonear un poco más en la cama. En un momento dado, medio en broma, medio en serio, le dijo si no prefería entrar y hablarlo allí. Ella entró en la ducha sin pensárselo dos veces con sus vaqueros nuevos, su camiseta blanca y su pelo perfectamente peinado.
El agua lo cubrió todo.