Lluvia.

Llevaban media vida juntos, pero no dejaba de sorprenderle.

Esa mañana, él estaba en la ducha mientras ella le contaba, con más detalles de los necesarios, sus planes para el domingo a través de la mampara. Como de costumbre, llevaba horas despierta, vestida y arreglada mientras que él había decido remolonear un poco más en la cama. En un momento dado, medio en broma, medio en serio, le dijo si no prefería entrar y hablarlo allí. Ella entró en la ducha sin pensárselo dos veces con sus vaqueros nuevos, su camiseta blanca y su pelo perfectamente peinado.
El agua lo cubrió todo.

Despertó

Despertó en medio de la noche pensando en alguien que solo había visto una vez. ¿No era suficiente con pensarlo cada hora del día? ¿Tenía que también aparecérsele en la noche?

«Apenas lo conoces», se dijo. Apenas.

Él le había mostrado todo lo que pudo, un apenas, para él era tanto, para ella tan poco. No lo conocía en sus días tristes, no lo conocía en sus días malos, no conocía su temperamento, no conocía su sufrimiento. Apenas era suficiente. Aún así, no podía dejar de pensarlo.

Distancia, quizás fuera suficiente. Grandes distancias, grandes líneas, grandes límites infranqueables. La imaginación volaba, pero las líneas ahí seguían, estáticas. Apenas lo conocía. No podía dejar que se adueñara así de su día a día, de sus sueños, de sus misterios, de sus deseos, de todos sus minutos, de cada pensamiento ahora venido a menos, convertido en suspiro.

Desaparecer era la mejor distancia que podía regalarle. Dejarlo tranquilo para que pudiera respirar en otras bocas que no eran la suya, saborear otras carnes, llenarse la mente con otras imágenes, olvidarla. Era un regalo bonito. Desaparecer, hacerle ver que ya no lo pensaba, hacerle ver que ya no lo sentía, hacerle ver que ya no…

Así que desapareció para él y para todos con él. Pero él volvía cada día. De una u otra manera volvía cada día, y un día ya no volvió, y todo se acabó hasta que volvieran a verse y el latir de sus corazones hubiera cambiado de melodía.

 

<<Sally Pan>>

 

Seguro

Es un secreto gritado a  voces. Todos lo saben, nadie lo ignora. Hay algo que esconder pero no saben cómo ocultarlo. Había un regalo que nadie entregó. ¿Qué hacemos con el regalo? Le encantaría tener algo suyo, para tocarlo y mimarmo y mirarlo, pero no le queda nada. Tal vez unas cuantas fotos, alguna frase, poco más, un bonito audio.

Es un secreto gritado a voces, y nadie lo quiere ver. Sufren, en la distancia, y nadie lo quiere ver. Tal vez todos se hayan vuelto ciegos. Tal vez mirará el regalo no entregado y le consolará, como si fuera de ambos.

No había tiempo para regalos, todos miraban. Es un secreto gritado a voces, pero todos miraban y no pudo entregar el regalo. El pájaro de madera se quedó entre sus manos, triste y solo, o no, acunado por ella. La madera sanará, el corazón sanará, el alma sanará, todo sanará. Quedará un recuerdo bonito o tal vez trágico, pero sanará.

Es un secreto gritado a voces, tal vez él si tenga algo de ella, algo bonito, un beso, un aroma, una sonrisa o unos ojos. No había gafas. Es un secreto gritado a voces. Tal vez él nunca se conforme, tal vez llore cada noche y abrace la almohada.

Es un secreto gritado a voces. Si te veo, te daré tu regalo. El tiempo dirá, el tiempo dirá, y el destino. El pájaro, mientras tanto, será acunado.

<<Sally Pan>>

 

 

Una historia más

Las ventanas estaban abiertas de par en par, inundando la habitación de una luz maravillosa. Ella se había sentado en la mesa que daba a la ventana que daba a otras ventanas a fumar. Él yacía casi inconsciente en la cama, desnudo, plácido. La noche había sido larga, casi interminable, pero ella no tenía sueño. La idea de dormir abrazados se había esfumado. Solo deseaba escribir, escribir y observarlo. Le habría encantado tener una máquina de escribir, así el olor a tinta y el traqueteo de las letras habrían llenado aún más la habitación.

Miraba los pájaros caer en picado, las gentes tendiendo la ropa, las ropas bailando con el viento, y su mente volaba lejos, muy lejos, lejos de su habitación, lejos de su cama, lejos de la silueta que dormía.

Deseaba escribir más que cualquier otro deseo. Su cuerpo temblaba del éxtasis de sentirse haciéndolo. Escribiría sobre las sábanas, sobre los nidos, sobre los huesos, sobre sus ojos verdes, sobre el insomnio, sobre la historia, sobre su historia, sobre las ballenas, sobre los instintos, sobre los gemidos.

Deseaba escribir, pero no encontraba boli ni papel con el cual hacerlo. Seguía mirando al vacío de los edificios hermanados, al vacío de las gentes que no sabían nada, que tenían vidas aburridas que dejaban esfumarse entre sus dedos.

<<Sally Pan>>

Mafalda:

"¿No será acaso que esta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?

John Lenon:

"La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes"

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